Hace poco ví al lechero que llevaba la leche a casa de mis padres. Hacía
años que no le veía, fue él quien me reconoció,
nos paramos y estuvimos más de dos horas hablando de cuándo nos vendía la
leche, de aquellos tiempos y de estos.
Iba todos los días a primera hora de la mañana, llegaba en su
furgoneta blanca con las cantaras de acero inoxidable rebosantes de leche, además
también nos vendía verduras de su huerto y huevos de las gallinas que criaba.
Un supermercado de productos ecológicos, que entonces era lo que se comía de
forma habitual y que hoy nos los cobran a un pico, eso si tenemos la suerte de
tener acceso a ellos.
¡Que leche!, Mi madre tenía un par de ollas de algo más de 5 litros
que eran las ollas de la leche, una de porcelana y otra de acero
inoxidable, todos los días cuando
Barranco llegaba a la calle y tocaba el claxon de la furgoneta para avisar que
había llegado, cogíamos la olla y salíamos a coger la leche, nosotros y el
resto de las vecinas de la calle. De la cantará salía una leche con un leve
tono amarillento, casi pura, cuando se enfriaba después de cocerla en la
superficie aparecía una capa de nata espesa con burbujones amarillos de la
grasa. Aquella nata tenía un doble
destino, podía ser el ingrediente principal de un bizcocho de nata o se
mezclaba con azúcar y se untaba sobre pan tostado. No he vuelto a comer las
tostadas de nata y tampoco a saborear un bizcocho como aquel.
Recuerdo el ritual de la cocción,
cuando la leche empezaba a hervir y amenazaba con desbordarse de la olla había
que bajar el fuego al mínimo, entonces el hervor cesaba y la leche bajaba, otra
vez subíamos el fuego y la leche retomaba el ascenso, ahora volvíamos a bajarlo
y así hasta 3 veces, la última vez en lugar de bajar el fuego había que
apagarlo. Yo aún cuando consigo leche de la “buena”, la cuezo de este modo,
manda la tradición.
Cuando no estabas atento la leche se iba (se desbordaba de la olla), y
solía quemarse al caer sobre el fuego, aún recuerdo el olor a leche
tostada y aún peor como se ponía la
cocina de sucia y lo que costaba sacar aquella costra, si la dejabas que se
tostara demasiado. Cuando empezaron las cocinas vitrocerámicas recuerdo que en
el anuncio salía un cazo de leche desbordándose y una de las ventajas de las
nuevas cocinas es que se limpiaban sin ningún esfuerzo con sólo pasar un paño
húmedo, Por ello deduzco: primero: que era muy común que se fuera la leche y
segundo que estábamos hartos de fregar la cocina, sobre todo la leche pegada.
Pues si, entre 5 y 7
litros diarios de buena leche entraban en mi casa, ¿el destino?, principalmente acompañada de Nesquik (para los peques) o de un buen café (para los
mayores) era el desayuno o la merienda. Y otra parte acababa en croquetas, en
verdura o pasta con bechamel y como no en leche guisá, mimos, flanes, natillas,
yogures o leche migá.
Tan protagonista ha sido el café
como la leche en casa, hasta tal punto que era habitual el flan de café con
leche, hecho en la olla a presión. Un
flan grande que al volcarlo del recipiente donde se cocinaba a la fuente
quedaba empapado en el caramelo y que era una de las meriendas más exquisitas
que recuerdo tras las siestas del verano. El verano andaluz que agradece todo
lo fresco que le arrimes a la boca.
Hoy estoy
parlanchina, pero ya os dejo con la receta. Muy fácil:
Ingredientes:
Par 6 flanes: Aunque
va a depender del molde que utilicemos.
·
4 huevos
·
400 ml. de leche de vaca
·
100 grs. de azúcar
·
100 ml. de café
·
Para el caramelo: Azúcar blanca 3 cucharadas soperas bien colmaditas
Elaboración:
Batimos los huevos junto con el
resto de ingredientes. Dejamos reposar la mezcla y con una cuchara retiramos la
espumita que ha hecho.
Para hacer el caramelo, calentamos
el azúcar en una sartén antiadherente, sin moverla y a fuego mínimo, cuando el
azúcar se derretido y comienza a dorarse la apartamos (hay que tener cuidado de
que no se nos queme).
Repartimos el azúcar
en los moldes y vertemos la mezcla batida de huevos, leche, azúcar y café
encima. Tapamos los recipientes con papel albal, tenemos que evitar que les
entre agua.
En la olla a presión colocamos un recipiente
para cocer al vapor, y vertemos un poco de agua, que no llegue a sobrepasar el
vaporero, colocamos los flanes encima, tapamos la olla y ponemos la válvula,
cocemos durante 18/20 minutos (olla a presión tradicional, no la rápida, en la
que supongo tendremos que rebajar el tiempo a la mitad).. Pasado ese tiempo,
retiramos la válvula, dejamos que salga el vapor y destapamos la olla. Dejamos
los flanes dentro hasta que se enfríen y podamos guardarlos en la nevera.
Para comerlos pasar un cuchillo afilado por el
borde del flan, para despegarlo y volcarlo sobre un plato. Riquísimo!
Yo iba con mi madre a comprar la leche a la lechería, estaba en mi misma calle. Era un Señor que tenía una vaquería e iba a por la leche para venderla en su tienda, una tienda de barrio de toda la vida, de la que tenía de todo. Recuerdo también cómo hervía mi madre la leche, el chupchup de la nata que iba sacando a una fuente, esa nata gorda que luego o la batía con azúcar o hacía mantequilla o la utilizaba también para hacer como tu madre, cualquier postre dulce. Recuerdo el sabor, tannnnnn diferente a las actuales. El único inconveniente que tenían esas leches era que había que hervirla mucho para matar cualquier tipo de bacteria. Muchas noches nos daba mi madre un vaso de leche (después de la cena) con canela y algo de azúcar y qué rica estaba.
ResponderEliminarMe gusta tu flan con sabor a café, es un clásico que nunca falla.
Besos
tão perfeitos que ficaram e devem ser mesmo deliciosos.
ResponderEliminarbeijinhos
Me encantan los flanes caseros y con un toque de café debe estar buenísimo. Pues yo no he conocido eso de que el lechero fuera por las casas repartiendo la leche y la gente fuera con los cántaros, pero me encantaría poder verlo por un agujerito y hacer una gran foto de ese momento. Besazos y gracias por compartir con nosotros este estupendo recuerdo.
ResponderEliminarNunca he hecho los flanes en la olla a presión siempre en el horno pero me gusta la idea, es más rápido y se gasta menos luz. Ese toque de café me entusiasma. Besos!
ResponderEliminarAna
Yo no tengo ese tipo de recuerdos porque en la capital y en mi época todo eso estaba ya perdido, pero tiene que ser muy bonito recibir impaciente la leche cada día, ese sabor auténtico...
ResponderEliminarEste flan tiene que estar buenísimo, aunque a mí me aterra un poco la olla express.
Un besazo
Que recuerdos tan bonitos Chelo, yo recuerdo cuando mi auela cocía también la leche, y luego años mas tarde cuando la compraba en bolsas, qué tiempos!!! Eso sí, el flan de huevo más rico que he probado jamás es el que hace ella. Así es que probaré tu receta que el café con leche me encanta y seguro que es exquisito ;)
ResponderEliminarMil besos guapa
Que bonitos recuerdos, Chelo, gracias por compartirlos.
ResponderEliminarEl flan tiene una pintaza, tiene que ser un vicio.
Besos.
Qué ricas esas tostadas de pan untadas con nata y azúcar, una delicia.
ResponderEliminarLos flanes tienen una pinta bárbara, claro que va a ser un poco difícil encontrar la leche de vaca :( Habrá que conformarse con la que nos venden en los super. Seguro que no están tan ricos como los que tu has hecho, pero estarán ricos igualmente
Besos
Eu em pequeno cheguei muitas vezes a beber leite acabado de tirar da vaca,era tão bom...
ResponderEliminarEsses flans ficaram lindos e com sabor a café com leite tem que estar uma delicia
Bj
Pues yo sí recuerdo ir a buscar la leche y el sabor tan rico que tenía. Mi madre me hacía yogures y flanes con ella. Recuerdo que me costó annos acostumbrarme al sabor de la leche de compra y que no he vuelto a beber un vaso de leche blanca desde que desaparecieron las lecherías.
ResponderEliminarCon este saborcillo a cafe me encanta, besos
ResponderEliminarMe encanta que estés parlanchina querida Chelo, yo soy de las pocas que lee, sí, y me gusta !!! Esos veranos andaluces endulzados por tan deliciosos postres con leche "de la buena" como tú dices, qué lujo...Eso ya no es posible!!!
ResponderEliminarTe felicito por la receta y por esos estupendos flanes caseros, una delicia!!!
QUe buenisima receta , que recuerdos me trae.
ResponderEliminarBesicos y feliz finde
http://lasdeliciasdelourdes.blogspot.com
Que ricos los flanes caseros Chelo, además esto que lleven café me has ganado!!
ResponderEliminarMe ha encantado leer la historia del lechero. Yo nunca conocí eso pero me encanta escuchar a mi madre cuando cuenta cosas sobre como iban a por la leche...o el queso rallado....
Besitos guapa. MAR, de EQNME
Madre mía qué tiempos, yo recuerdo ir a la tienda que tenían los de la vaquería a recoger leche y hacíamos el mismo proceso, ahora a mí me repugnaba la nata, jeje...Soy fanática de los flanes y éste lo probaré, qué rico. Besos
ResponderEliminarOoooh, Chelo, pedazo café con leche! lo que le iba a gustar a mi padre, un verdadero incondicional de cualquier variedad de flan.
ResponderEliminarPor lo que me ha contado mi madre a veces, mi abuela también hervía la leche y con la nata sobrante preparaba galletas... Qué delicia, no? ¿Desde cuándo empezamos a cuidarnos tanto? X-D
Gracias por la receta, se la pasaré a mi papi.
Besines y buen fin de semana!
Que maravilla con el café con leche, un flan hecho con el café, una delicia.
ResponderEliminarBesazos.
Mi querida amiga, como he disfrutado con tu entrada, esa leche que se compraba a los lecheros que para mi era uno de los grandes majares que se podian tomar, que rica, y que dificil es conseguirla ahora por no decir imposible, la verdad que los flanes de tu madre serian una ricura, pero se nota que tomaste muy buena nota de ellos, por que a ti te han quedado espectaculares, tienen que estar deliciosos. Mil besicos tesoro
ResponderEliminarMe gusta que estés parlanchina. Nos cuentas anécdotas que nos dan pie a pensar y a compartir nuestras vivencias contigo.
ResponderEliminarPues yo también recuerdo el protócolo de cocción de la leche fresca. Cuando en el verano pasábamos las vacaciones con mi abuela, ella compraba la leche fresca y me tenía a mi, delante de la olla, controlando la cocción de la leche. En cuanto la viera subir, tenía que bajar el fuego, retirar la olla, y cuando la leche bajara su nivel, de nuevo al fuego. ¡Qué rollo! Yo tenía que estar allí y sin poder jugar con mis amigas :(
Y sin embargo a mi no me gustaba esa leche. Veía las burbujas de la grasa brillantes y flotando en la superficie. Yo quería la leche que mi madre compraba en el mercado, sin nada de nata, que me daba (y me da) repelús.
¿Después de esta retahíla crees tú que no me quedan palabras? Para un dulce, y más estando tan rico como imagino que ha de estar este, a ver quién se reprime? No seré yo. Te ha quedado es-tu-pen-dí-si-mo. :))
Besos y feliz semana.
Vaya flan Chelo tiene que estar riquísimo! y me encanta lo que cuentas y como lo cuentas, seguro que todos nos hemos visto reflejados, de un modo u otro que recuerdos aunque haya mejorado la limpieza hay muchas cosas que se echan de menos..sobre todo a las personas.Hay veces que te gustaría dar un paso atrás y vivir aunque solo fuese por un momento aquellas experiencias. en fin...un besote muy fuerte y tu flan cae, fijo que cae!!!
ResponderEliminarAdoro los postres con café y especialmente el flan, me chifla y detrás de cada comida podría comerme uno. Es un postre ligero para el que siempre hay hueco en mi estómago.
ResponderEliminarPor cierto, que sepas que me leí la queimada que le preparaste a nuestro común amigo Harry Potter!!! Una entrada muy entretenida, amena, original y currada. Y la receta también, muy acertada ;)
Besos. Paula